Contrariamente a mi costumbre reciente un día de esta semana pasada acudí curioso a la DBS en Madrid para asistir a la presentación del Estudio que esta Business School, junto con la empresa 3M, ha elaborado recientemente sobre la Polimatía o variedad de saberes y su importancia para la gestión empresarial.
Me gustó enterarme de que, desde las empresas o desde muchas de ellas, la especialización es ya una antigualla. Es esto lo que defendí hasta el final de mi vida académica en contra de la opinión de muchos compañeros preocupados por la posición de nuestra universidad en el ranking de todas ellas en el mundo y, desde luego, frontalmente contrario a la opinión de casi todos los miembros de las distintas instituciones que nos apoyaban que insistían en que la Universidad, contrariamente al significado de su nombre, debería especializarse en aquellos saberes demandados hoy por las empresas. En este sentido me gustó saber que en donde está la verdadera inteligencia no es ni en el hemisferio izquierdo del cerebro, en donde radica lo racional, ni en el derecho, donde están alojadas las neuronas especializadas en lo emocional. Esa verdadera inteligencia está en ese cuerpo calloso que es lo que une ambos hemisferios: se necesita saber de muchas cosas y usar ambos lados del cerebro para triunfar en el mundo que viene en el que el exceso de especialización puede acabar con nosotros.
Mientras escuchaba la exposición de cada uno de los autores del estudio no pude dejar de pensar en las relaciones entre esta Polimatía ahora deseada y dos asuntos que siempre he defendido.
El primero es la diversidad sobre la que no solamente he escrito sino sobre la que, en su día, la FUE creó un premio especial para economistas que revelaran diversidad en su obra y parte de cuya historia puede verse aquí. La FUE suspendió este premio cuando vio con bastante claridad que no era herramienta para triunfar en la profesión de economista tal como se entiende por aquellos que creen estar en la lista de enterados.
El segundo de estos asuntos es la relación de esta Polimatía y la elegancia en la expresión del hombre renacentista que siempre se toma como ejemplo de lo que es ser un polímata. Es esta elegancia la que siempre he asociado a Federer frente a Nadal en el mundo del tenis y que es lo que le hace acreedor a mi preferencia tal como mostré en este post en el que enfrento a la gracia con el esfuerzo.