¿Otoño?

Publicado el 14/11/2017

Dicen, o mejor, decían, que no llegaba; pero algunos signos eran evidentes. El primero el de la caída de las castañas de los castaños de nuestro jardincito; pero como ya nos conocemos, las castañas y yo, este año no me han golpeado el coco. Pero Halloween es inevitable; tanto que nuestros nuevos vecinos de la casa de al lado pusieron una clavera en una ventana que veo constantemente mientras hago gimnasia y los niños de la vecindad tocaron el timbre en busca de caramelos, esos caramelos de los que este año disponíamos.

Pero en contra de estas evidencias nos encontramos con una falta de lluvias que empieza a ser preocupante y con una caída de las hojas de los árboles nada contundente. Sí, estas hojas ya cambian de color, pero no caen en las cantidades a las que estaba yo acostumbrado. Y tengo una prueba definitiva. Esta gimnasia a la que me referido en el párrafo anterior me lleva a recorrer un espacio relativamente pequeño y a hacerlo de oeste a este, desde la biblioteca hasta la ventana que da al jardín de mi otro vecino y deja al norte al de la calavera. Hace unos años taló mucho los árboles de su jardín y dejó un pequeño brote que surge de una rama mayor y mira al cielo, un nieto de árbol que observo muy a menudo y que, poco a poco, me ha ido recordando más y más a un pene circuncidado.

Y una extraña sensación me recorre el cuerpo al recordar mi propia fimosis infantil. Pues esa sensación este año se hace esperar porque las hojas de ese árbol abuelo del árbol nieto no acaban de caer y ocultan este fruto del otoño.