Ya en el Ampurdán me ha entrado la cólera siguiendo los comentarios televisivos sobre las formas, buenas o malas, en el Congreso. Infinitos, como si no hubiera cosas más interesantes que comentar.
Esto me ha recordado lo que en su día escribí sobre Nadal y Federer y que reproduzco en parte:
"¿Cómo comparar a Nadal con Federer? El esfuerzo del primero es una ordinariez y si, además, presume de ello, es todavía peor pues ya no solo es ordinario sino una verdadera horterada. No esforzarse es naturalmente elegante, pero algo más. Es no querer conseguir solo aquello que uno puede conseguir sino sobre todo aquello que no se puede conseguir pero te llega del cielo."
Como acabo de enterarme que Roger ha ganado a Rafa por 6-3 y 6-4 en la final del torneo de Miami, quiero reiterar que la cuestión de las formas no es solo un tema de educación, sino que, sin duda, influye en el resultado que se obtiene con una actitud u otra. Y ello en cualquier campo, como por ejemplo el del Berxit. Como también decia en otro viejo post:
No hay dos figuras públicas que ejemplifiquen mejor las dos culturas alternativas hoy enfrentadas, la del esfuerzo y la del maná, que la de Rafael Nadal y Roger Federer. Uno es todo bíceps y grita con cada golpe. El otro tiene un físico equilibrado y parece que no supiera gritar o que le pareciera ordinario. El esfuerzo parece adecuado para la tierra batida y la gracia para la hierba, algo sin duda sintomático pues sobre el polvo del desierto uno espera que venza el sudor y que solo florezca un cactus mientras que sobre una hierba fresca florece la suavidad, la armonía y la gracia.