Mi madre, Tierra Santa y mi mujer

Publicado el 09/02/2018

JerusalemNo encuentro la foto por mucho que busque, ni parece que la tenga mi hermana. Era una instantánea de mi madre montada en un camello en lo que entonces se llamaba Tierra Santa algo que para ella era menos amplio que la Tierra Prometida de los judíos. Mi madre estaba soltera y fue con unas amigas que cuando yo era niño todavía venían por casa y a las que yo llamaba «tías». Supongo que debían ser los años treinta e Israel, como tal estado independiente, no existía todavía y seguramente antes de la guerra civil española. Lo que sí recuerdo es que cada vez que me mostraba esa foto me prometía llevarme un día a Tierra Santa en donde estaba el origen de la verdadera religión: la nuestra.

Pero fue pasando el tiempo y la promesa nunca se cumplió. La guerra mundial y la posguerra española fueron las causas primeras y más tarde aparecieron otras como el Parkinson de mi padre y la edad de ella que me me dio a luz con más de cuarenta años. Y supongo que sobre todo sería el nacimiento del Estado de Israel, algo que no creo que ella entendiera muy bien; pero que ya no permitía hablar de Tierra Santa.

Siempre he pensado en ir algún día en su honor; pero nunca lo hecho por mucho colega judío con el que haya hecho buenas migas en mi carrera académica. Hasta ahora en que, al día de hoy, tengo programada casi una semana entera de estancia en Tel Aviv desde donde espero poder visitar no solo Jerusalem, sino otros de los lugares sagrados para los cristianos y cuya historia me fue inculcada por años de estudio, como asignatura de Historia de la Religión

Y, desde luego, visitar algún Kibutz pues esa institución no es simplemente una colonia sino toda una forma de vida en la que se trabaja en hermandad y, en mi caso, representa sobre todo una tentación de los años 60 del siglo pasado donde las comunidades eran eso, una verdadera tentación. Una con la que engatusé a la que hoy es mi mujer y lo ha sido los últimos 50 años.