En la noche del jueves pasado la luna llena presagiaba un cambio muy grande. ¿En qué? Creo que en todo; pero yo pensé, por la influencia del asunto catalán, en un cambio en el procedimiento. Desde siempre he pensado que el cómo es muy a menudo tan importante como el qué y, a veces, es constitutivo de ese qué.
Pensemos en el derecho procesal público si es que hay algo que pueda denominarse así. De existir parecería que debería haber entrado en juego justo después de la decisión de aplicar el artículo 155 de la Constitución del 78. En esa aplicación se puso a los ya exconsellers a disposición de la Audiencia Nacional y a la mesa del Parlament a la del Tribunal Supremo. Como ya se sabe la juez Lamela metió en la cárcel preventivamente a todos los exconsejeros presentes por posibles delitos como rebelión, sedición, etc. mientras el Juez, Llanera creo que se llama, del Tribunal Supremo, concedió a los parlamentarios una semana adicional para preparar su defensa.
Pero en la prensa digital y en la televisión he creído entender que la Audiencia, además de esa prisa que hubiera podido producir indefensión, no es competente para alguno de esos delitos. Quizá he entendido mal o quizá no; pero lo importante es que la prensa de España no ha sabido, o no ha querido, plantearse en serio estas disyuntivas procesales.
Lo que la luna llena nos decía es que todo deberá cambiar y cuando la luna dice eso hemos de entender que el cambio ha de incluir el respeto al procedimiento que es, justamente, la garantía de la presunción de inocencia.