Gedankenexperimente

Publicado el 18/06/2017

No hace mucho tiempo leí con rapidez y no mucha atención el libro de Dani Rodrik sobre las leyes de la Economía, una muy mala traducción pues en el original no se hablaba de leyes sino de rules (reglas) con lo que ya sabemos desde el pincipio que este autor no considera a la Economía como una verdadera ciencia por la sencilla razón de que no contiene leyes cuya verdad puede ser establecida experimentalmente sino solo modelos que en ciertos casos pueden constituir una teoría que contiene sugerencias que, de momento, no pueden ser experimentalemente establecidas como verdades pues no pueden contrastarse con una realidad que se acepta como tal. Y, claro está, solo en ese caso cabría hablar de causalidad.

Hasta aquí yo creía tener las cosas claras, pero este ya no es el caso a partir de la lectura de la página 70 del «The Economist» del 10 al 16 de junio en la sección de Ciencia y tecnología y titulada con letra negra Does one thing lead to another? y subtitulada Quantum mechanics and relativity theory. A partir de los experimentos mentales de Einstein la física llegó a la teoría de la relatividad y, a partir del origen de los experimentos mentales de la física cuántica, Shödinger llegó muy lejos y como bien se sabe a la idea nada intuitiva de que un gato puede estar muerto y vivo a la vez.

Después de esta introducción The Economist nos cuenta experimentos mentales más recientes que ya realizados o en camino de realizarse por el equipo de Caslay Bruckner pueden llegar a poner en juego la naturaleza misma del tiempo. Y, de esta manera podríamos recordar el principio de incertidumbre de Heisenberg al mismo tiempo que parecería dificil hablar de causalidad en las mismísimas ciencias duras.

Y para hablar de ello habla The Economist de lo que llama, como ya he mencionado, Gedankenexperimente que, para mis finalidades de economista, nosotros llamaríamos modelos, aunque cuando se habla de ellos no se suele mencionar a la Economía. En esta especie de aspirante a ciencia blanda siempre hemos sabido que lo interesante es que los modelos son esos gedankenexperimente y que los resultados de uno no nos permite hablar sobre causalidad aunque nos vayan aleccionando sobre ciertas ideas que soñamos regulares.

Si realmente estamos ya cerca de ser suspicaces sobre la idea de verdad en las ciencias duras me parecería adecuado que la Economía pueda conformarse como cualquier otra ciencia o, lo que a mí me agradaría más, dejar de sacralizar las llamadas ciencias duras.Y a fin de ir satifaciendo mis inclinizaciones me gustaría recobrar ahoa un viejo trabajito cuya idea principal aparece en parte de este post que, en algún momento dice que:

What does concern me about my discipline, however, is that its current core —by which I mainly mean the so-called dynamic stochastic general equilibrium approach—has become so mesmerized with its own internal logic that it has begun to confuse the precision it has achieved about its own world with the precision that it has about the real one.

Y continúa con las siguientes ideas.

Es un párrafo que sugiere no confundir el mundo que creemos está ahí afuera y el mundo de nuestros modelos. Nuestros modelos macroeconómicos son siempre agregados y reflejan mundos imaginarios distintos según sea la forma de agregar. Lo que mi propio trabajo citado trataba de hacer ver es que hay formas alternativas de agregar (en nuestro caso los activos financieros) que nos llevan a efectos de política económica contradictorios en el mundo imaginario o modelo y que, aunque disipemos la contradicción mediante apelaciones al mundo real, nos llevarán necesariamente a sesgos en la evaluación de la política económica adecuada para ese mundo real.

Para aclarar estas ideas continúo con lo que entonces dije en la segunda parte del artículo.

De acuerdo con la buena práctica teórica comenzamos construyendo un modelo sencillo de equilibrio general temporario (con expectativas racionales) y con dinero que, además y a efectos didácticos, cuenta no solo con dinero, trabajo y capital, sino que, además, permitimos que contenga un mercado de futuro, el de manzanas mañana y dos biene sustitutivos tales como son una docena de huevos grandes y dos docenas de huevos pequeños. Como tenemos en cuenta un bien de capital resulta que podemos hablar de acciones como un activo finaciero con su precio y, como tenemos un bien de futuro, contamos también con algo como un bono y un tipo de interés de dicho bono que se construye comparando las manzanas de hoy y las de mañana. Recordemos que además contamos con dinero cuyo precio podemos tomar como fijo en la unidad.

Y continúo en el artículo.

Creo que podemos prescindir hoy de los problemas de agregar individuos (que, como sabemos, equivale a grandes rasgos a presumir que todos los individuos son iguales eliminando toda posibilidad de examinar posibles efectos distributivos de cualquier medida de política económica en nuestro mundo imaginario) o sobre bienes (sabiendo que solo lo podemos hacer cuando los bienes son perfectamente sustitutivos como serían la docena de huevos grandes o las dos docenas de huevos pequeños que siempre tendrán el mismo precio relativo si existen suficientes comedores de tortilla) y concentrarnos en distintas formas de agregación de los tres activos según sean el grado y el tipo de riesgo y el comportamiento de los especuladores, equivalentes a los comedores de tortilla.

Consideremos dos alternativas. En la primera, que asociamos a Keynes, agregamos las acciones y los bonos y en la segunda, que asociamos a Tobin, agregamos el dinero y los bonos. Usaremos una u otra forma de agregación y, por lo tanto, un modelo u otro, dependiendo de la situación del mundo real que queremos analizar.

El trabajo examina ahora un ejemplo debido a Leijonhufvud en su famoso libro de 1968 «On Keynesian Economics and the Economics of Keynes».

Si no hay restricciones de liquidez las posibilidades de arbitraje existen en todas las direcciones y plazos y por lo tanto se pueden agrupar acciones y bonos (AB). En cambio si hay restricciones a la liquidez puede que no haya posibilidades de arbitraje en todos los plazos de renta fija de forma que sería más conveniente no confundir acciones y bonos y agregar estos últimos con el Dinero (BM). Pensemos ahora en que la autoridad monetaria decide incrementar la oferta monetaria M utlizando la recaudación fiscal para retirar bonos del mercado. En el primer modelo agregado de los dos construidos pensaríamos que M aumenta relativamente a AB y deduciríamos una caida del tipo de interés. En el segundo caso, es posible que A aumente relativamente a BM al aumentar M aunque haya disminuído B, de forma que el precio de A disminuya o lo que es lo mismo su tipo de rendimiento, igual al tipo de interés, aumente

.

Esta aparente discrepancia en los dos modelos no significa discrepancia cualitativa en el mundo real, pues en ambos casos predeciríamos un incremento de la inversión y en el empleo y en la demanda agregada. En el primer caso porque la inversión real depende inversamente del tipo de interés, en el segundo caso porque la inversión en acciones aumentaría financiando así los nuevos proyectos de inversión real. Pero la discrepancia observada pude generar problemas en la evaluación en el mundo real de la medida estudiada. Esto se debe a que, bajo la HER, la estimación de los parámetros del modelo estructural es distinto en un caso y en el otro y, por lo tanto, uno y otro ofrecerán estimaciones distintas de los efectos de la medida tomada pudiendo subestimar o sobreestimar sus efectos.

Y vayamos concluyendo.

Notemos que la ambigüedad anterior así como el consecuente sesgo predictivo son independientes de cualquier otra consideración sobre la familia de modelos a la que pertenece el utilizado en el artículo glosado aquí, de forma y manera que la concentración en un tipo de modelo, como podría ser el DSGE, no garantiza mejores estimaciones de los resultados de las medidas de política económica. Insistir en ese modelo, o en cualquier otro, dentro de la familia hoy aceptable, no sería sino un Pretence-of-Knowledge Syndrome. En una situación así, que parecería insuperable con los instrumentos analíticos que poseemos hoy, no nos queda otra que utilizar el olfato que poseamos acerca del mundo real. El resto es wisfull thinking cuando estamos hablando del núcleo central de lo que llamamos ciencia económica.

Lo que me interesa resaltar es que la verdad de lo que dice un modelo depende de la de otro modelo y así hasta el infinito de forma que nunca podremos saber sobre la verdad de ninguno. Pero no importa y me permito acabar con un toque de acracia. Lo que importa es el (sub)conjunto que más «mola» a la mayoría de los estudiosos. Exactamente lo mismo que en los trabajos de ficción.