Consulnor, última sesión

Publicado el 20/04/2017

Hace muchos años, cuando todavía las finanzas no habían alcanzado su desarrollo ulterior,nació en Bilbao Consulnor, una empresa de servicios financieros de alto valor dirigida al asesoramiento de propietarios de altos patrimonios. Con el tiempo la tarea se fue sofisticando y hace una docena de años, más o menos, Consulnor se dotó de un Consejo Asesor o Comité de Estrategia al que he pertenecido desde su fundación hasta hace un par de días cuando celebramos nuestra última sesión pues ahora, cuando esta empresa pionera ha sido adquirida por la Banca March, este comité se disuelve. Si siempre estas reuniones han sido enriquecedores dada la calidad de todos los muy variados miembros que han ido pasando por él,con mi posible excepción, no es de extrañar que esta última reunión haya sido más generalista y amplia que otras muchas a las que he asistido.

Es seguramente por esta naturaleza de la ocasión que, sin pretenderlo explícitamente, se fue conformando, en esta reunión de despedida, una especie de modelo macroeconómico soterrado. En un tiempo, se dijo explícitamente, las explicaciones macroeconómicas tenían su parte real, relacionda con el mercado de trabajo y el precio que en él se formaba, el salario; pero con el tiempo, pensaban los presentes, la profesión se ha ido inclinando en este mundo macro hacia un aspecto financiero relacionado con dinero y bancos y, naturalmente, con el endeudamiento así como con los bancos centrales. Con este sesgo actual que responde a la más reciente realidad observada aparece la diferencia entre salarios reales y beneficios empresariales, también reales y, en consecuencia, se explica que los datos nos recuerden todos los días el incremento de la desigualdad.

No se trataba de una reunión de macroeconomistas académicos por lo que no voy a enredarme en la evolución y el estado de los modelos usados por la macroeconomía aunque sí deseo llamar la atención sobre el hecho de que la igualdad, o su ausencia, tomara prioridad en la discusión distendida en la que habíamos perdido la seriedad que exige el ser retribuido. De desigualdad se ha hablado en este blog en varias ocasiones: aquí, aquí , aquí y aquí. Y en casi todas ellas se ha tratado de entender la razón de su existencia y de su paulatino ensanchamiento. Pero lo bonito de la despedida del otro día fue más bien la conversación distendida sobre las consecuencias.

A falta de una terminología más precisa, me limito a decir que parecía haber un consenso sobre las consecuencias más llamativas que se podrían derivar de la desigualdad cuando esta es muy grande. Y este consenso parecía ser la existencia simultánea de cambios políticos recientes o por venir. Aquí salió en primer lugar la figura de Trump, bonito caso de un rico votado por los devenidos marginados, en segundo lugar no podía faltar el caso del Brexit en buena parte promovido, se decía, por gente capaz de unir la voluntad de los que se han ido empobreciendo con el funcionamiento de una macroeconomía dominada por las finanzas y, en tercer y último lugar, se dedicó no poco tiempo a Europa y muchas de las elecciones que se anuncian para pronto en muchos países europeos, comenzando por Francia. Pensemos en las francesas, cuya primera vuelta es este domingo próximo, y en la importancia que la desigualdad tiene en este empate virtual entre cuatro candidatos que parece anunciarse y que no deja de tener un cierta base en la desigualdad.

Naturalmente que no pudimos ni quisimos librarnos de nuestra obligación de dar nuestra opinión sobre las consecuancias que esta desigualdad puede tener sobre el valor de los activos financieros Pero esta obligación no es fácil de cumplir en las circunstancias actuales. ¿Cómo introducir este tema en el discurso económico y cómo sacar consecuencias para la inversión en activos? Claro que hubo opiniones interesantes; pero esta es otra cuestión sobre la que no debo desvelar nada aunque se tratara de la última reunión.