Comenzar a pensar la Confederación

Publicado el 08/10/2017

[caption id="attachment_50567" align="alignnone" width="750"] Primer Pacto Federal, Federal Carta de 1291, el nacimiento de la Antigua Confederación Suiza[/caption]Llevamos, los que nos interesamos por la situación económica, bastantes semanas tratando de comprender algo de lo que ocurre en Cataluña y a causa de Cataluña, sin llegar a poder alcanzar una visión general y coherente. Se ha mencionado a menudo el asunto del Estado Federal, pero hasta muy recientemente no se ha jugado con la figura de la Confederación. Yo diría que nada serio se ha dicho al respecto hasta el trabajo de Fernando Fernández Méndez de Andés aparecido en El País del viernes 6. Como me considero un confederalista irredento me gustaría colaborar con Fernando en una exploración de esta figura de organización política que en sus palabras, no muy generales, es un modelo constituido por

bilateralidad, privilegio financiero y excepecionalidad cultural

Quizá algún día caiga en la tentación de explicarme siguiendo pequeños escritos pasados que no fueron muy bien recibidos en su día, pero de momento solo quiero resaltar que la confederalidad es un ejemplo de la profundidad a la que hay que llegar cuando nos encontramos en situaciones difíciles de entender. Pero hoy no es ese día pues antes de meterme en ese fregado creo necesario acercarme a problemas todavía más profundos cuando nos enfrentamos a la organización política de una comunidad de seres humanos más o menos cercanos unos a otros. Y como los economistas son agentes intelectuales que persiguen justamente la comprensión de esas comunidades a nadie debiera extrañar que, en lo que sigue, trate de comunicar no tanto la solución de cualquiera de los problemas cercanos como el de Cataluña, sino más bien algunas características que debería tener cualquier intento de comprensión de la organización político-económica de una comunidad humana.

Y este intento me rejuvenece pues desde que en mi tesis doctoral estudié el comportamiento de Modelos Macroeconómicos de Desequilibrio hasta más recientemente (2008) en mi libro El Capitalismo que Viene no he hecho otra cosa que intentar comprender el comportamiento de las principales variables de un sistema económico cuando las expectativas no pueden ser racionales (lo que facilitaría el análisis pero introduciría la multiplicidad y la consecuente falta de genuina explicación) debido justamente al uso del dinero fiduciario que solo se justifica justamente cuando no nos encontramos en equilibrio.

Pero incluso si en un modelo de los que yo siempre he ensalzado pudiera pensarse en un equilibrio a muy largo plazo que fuera único, lo indubitable es que se podría llegar a él por muy distintos caminos cada uno de los cuales tiene sus características propias, esas que justamente nos interesan en un momento determinado del recorrido real de la economía o comunidad humana de la que se trate. Dependiendo del camino que esté siguiendo hoy la economía europea por ejemplo, las consecuencias del Brexit o del Catalexit serán muy distintas en muchos respectos y nada se podrá decir de esas consecuencias sin un conocimiento correcto de la situación en que nos encontramos y de la trayectoria que se seguirá hacia el equilibrio final correspondiente a la trayectoria sobre la que nos encontramos.

Lo que quiero comunicar es que esta idea debiera ser aplicada al asunto de la organización política del planeta Tierra y de todos sus habitantes de forma que sea dentro de ese contexto en donde se trate de entender todos y cada uno de los problemas que surgen debido al impacto de cambios en variables exógenas al modelo general como podía ser, entre otras, la cuestión climática. Si admitimos, por ejemplo, que a largo plazo el mundo converge hacia una gran confederación, o colección de confederaciones, unas cuantas Suizas digamos, todas las opiniones de los periódicos sobre Cataluña, su derecho a la autodeterminación o los efectos de una u otra manera de llevarla a cabo, deberían juzgarse bajo ese prisma de una gran futura confederación. Y esta afirmación incluye la opinión de los «negros» del rey que confeccionaron su discurso de la noche del 3 de este mes. Pero de su lectura no se puede inferir que ese sea el caso.

Si quisiera decir algo de acuerdo con mi propia manera de entender la noción amplia de la Economía me atrevería a decir que lo mejor para todos visto desde hoy sería tratar de introducir un cambio en el momento en que se encuentra la Economía mundial de forma que todos nos encontremos sobre la trayectoria hacia el equilibrio «final» más rápida aunque quizá no fuera la más conveniente para todas las estirpes del conjunto de los humanos en cuyo caso debería ser aceptada de una manera convenida.

Y esto me lleva al Discurso del Rey. Yo no hubiera aconsejado a Felipe VI que hablara como si la Constitución española de 1978 fuese a durar para siempre y su reinado fuera a llegar a ese fin del mundo presumido en nuestra recomendable manera de pensar.

PS. Lean ustedes el Discurso Real y opinen sobre la extensión de la hermandad confesada del Rey en Cataluña. En mi opinión se declara «hermano de los catalanes unionistas» y no de los republicanos separatistas que, sin embargo,igual van por el buen camino. Pero quizá yo no sepa leerlo bien.