Hace un par de días, después de escribir mi último post sobre Dublín, recuperé un poco de memoria. Por un lado me dí cuenta que ya había escrito un post similar hace años y, por el otro lado, encontré el libro Faroladas que para mi sorpresa incluye casi todas las Navegaciones de un Economista, escritas hace mucho tiempo.
En cuanto a lo de Dublín creo que esa memoria inconsciente tiene mucho que ver con el tiempo atmosférico de estos días en Madrid, frío y húmedo. Sin duda como en Dublín y como en ese caso vuelvo a pasear con el paraguas y la gabardina descubriendo cosas nuevas en materia de edificios y cafeterías y tomo el autobús para llegar al centro y, desde el, volver a mi casa en Glasnevin en donde está ese cementerio tan importante en el Ulises de Joyce. En este caso la pérdida de memoria actual renueva la antigua,
Pero lo de Faroladas es diferente. Tratando de hacerme una idea de mis trabajos en el blog de hace muchos años me topo con algo denominado Las Divagaciones de un Economista, una colección de posts que no se justificaban cada uno por sí mismo y, sin embargo, podrían tener algún valor en conjunto. Y en ese momento recordé que, a la sazón, no parecía correcto publicarlos con ese nombre y que, sin embargo, podría tener una cierta gracia si la colección se titulaba Faroladas. En este segundo caso la cronología era la opuesta a la del primer caso. Iba en cierta manera del pasado al presente.